Claudito:
Como con gusto te llamaba. No me cabe la menor duda que hoy te encuentras en el paraíso junto a Dios, sus ángeles y todos los que han partido antes que tú.
Estoy cierta como dijo en la misa el Padre Felipe, que no debemos preguntar por qué él, por que esa pregunta no tiene respuesta, solo Dios sabe. Pero no puedo evitar sentir esta inmensa pena aquí en mi corazón, pues estuvimos 10 años trabajando juntos y nunca te dije lo mucho que te estimaba por ser como eras: carismático, sincero, atento, cariñoso, en general una buena persona, así se lo comente a Gina tu querida esposa y ella me dijo “por eso el Señor lo llamo a su lado” y yo pienso igual.
Espero encuentres en ese paraíso a Loreto, por que también se nos fue de repente y violentamente, dejando ese sabor amargo de no haber tenido el momento para decir “Te quiero” por ser así; que bueno compartir contigo en nuestro trabajo. Estamos viviendo demasiado rápido y no nos permitimos el tiempo para ver lo que realmente es importante: primero la persona, el compañerismo, la amistad, el cariño por el otro con el cual laboras, los que pasan a ser tu segunda familia, con los cuales pasas la mayor parte del día.
Claudito, Adios...
Gracias por todo.
Verónica Coquedano M.